Hay prensa amarilla, prensa rosa,
partidos políticos rojos y hasta movimientos de protestas que llevan asociado
un color, como la marea verde. Nos gusta colorear nuestro mundo para hacerlo
más comprensible. En la mayoría de las lenguas encontramos muchos dobles
sentidos que utilizan el color como expresión. ¿De qué tonalidad son tus homilías?
Antes de lanzarnos a componer nuestra homilía, podemos pensar en qué circunstancia
se va a pronunciar y cuál será su color. Será diferente la homilía para las celebraciones
cotidianas de una comunidad estable, que aquellas en las que no concurren
participantes habituales. Así, en la breve homilía de la eucaristía diaria en
la que acuden las mismas personas, podríamos preguntarnos cómo sostener,
alimentar y motivar la vida de fe de quienes que ya manifiestan un alto nivel
de compromiso. Si, por el contrario, vamos a celebrar en una ocasión donde
previsiblemente se reúnen personas que no frecuentan la Iglesia, que son
alejados y/o indiferentes, podemos centrarnos en el primer anuncio que proclama
la alegría de vivir la fe. No parece muy oportuno dedicarnos a cargar las
conciencias de culpabilidad hablando del pecado –que tiene otros contextos- y
de lo desastrosa que es la vida cuando no se tiene fe…

Hay ocasiones
como aniversarios, bodas, bautizos y comuniones en los que habrá que situarse
de modo distinto a las celebraciones ordinarias y cotidianas. Un santuario o un templo en una localidad
turística, necesariamente ha de pensar sus celebraciones y, en particular las
homilías, de forma adaptada al contexto y situación. Dudo que este principio tan
básico lo tengamos asumido. Tal vez nos lo impiden las prisas, el volumen de
trabajo y ciertos automatismos que se van quedando a vivir con nosotros según
avanzan los años de ministerio.
En busca del color más apropiado
La reflexión anterior pretende
mostrar que la homilía habrá de adquirir uno u otro color según distintos
factores. Para ello, contamos con una amplia paleta de tonalidades entre las
que elegir:
1. Homilías de color kerigmático: tratan de presentar de modo atractivo el núcleo de
nuestra fe, lo esencial por lo que merece la pena vivir el Evangelio: todos y
cada uno de nosotros somos salvados por Cristo.
2. Homilías didácticas: a veces, según
los ciclos del año litúrgico y/o determinadas fiestas, apoyados en la
Escritura, se necesita clarificar algún contenido de la fe o algún elemento del
ritual. Pero, ¡atención!, el carácter pedagógico es diferente al de una clase
de teología dogmática.
3. Homilías de coloración ética: del
Evangelio se derivan principios morales y modos de vivir sobre los que se puede
insistir en algunas circunstancias. Se trata de intentar motivar una conducta.
Probablemente, este es el color más habitual de
muchas de nuestras homilías. Tal vez, hablamos demasiado de “lo que hay
que hacer”…
4. Homilías de tono espiritual: cierto
es que toda predicación ha de tener como objetivo disponer a la asamblea al
encuentro personal con Dios; pero hay ocasiones, como los retiros o los
ejercicios espirituales, que requieren homilías que calienten el corazón y
enciendan el ánimo para la oración.
5. Homilías proféticas: la Palabra de
Dios no es un libro para modositos con los ojos en blanco. Puede ser que los
textos de los profetas y la misma actitud profética de Jesús, nos lleven a
clarificar, denunciar e iluminar situaciones de la vida pública que requieren
una palabra evangélica. Dicho color también se percibe con bastante frecuencia cuando
el sacerdote utiliza el ambón como tribuna política.
Aunque a veces sea necesario hablar de política, se impone el cultivo de la
lucidez para distinguir las propias convicciones de las consecuencias
sociales del Evangelio. La opinión política del sacerdote no tiene por qué ser
indiscutiblemente la más acorde con el Evangelio.
Estos son algunos de los colores
que puede adoptar la homilía según los tiempos, personas y lugares en que ha de
pronunciarse. Como en toda paleta pictórica, no hay colores puros y, frecuentemente, se entremezclan los
pigmentos. Sin embargo, conviene elegir
un color-guía adaptado a la asamblea y las circunstancias. Tal vez nos
ayude reflexionar sobre el color que hemos utilizado con mayor frecuencia en nuestras homilías en un determinado periodo, en el último año litúrgico, etc.
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