viernes, 13 de junio de 2014

LOS COLORES DE LA HOMILÍA


Hay prensa amarilla, prensa rosa, partidos políticos rojos y hasta movimientos de protestas que llevan asociado un color, como la marea verde. Nos gusta colorear nuestro mundo para hacerlo más comprensible. En la mayoría de las lenguas encontramos muchos dobles sentidos que utilizan el color como expresión. ¿De qué tonalidad son tus homilías?

Antes de lanzarnos a componer nuestra homilía, podemos pensar en qué circunstancia se va a pronunciar y cuál será su color. Será diferente la homilía para las celebraciones cotidianas de una comunidad estable, que aquellas en las que no concurren participantes habituales. Así, en la breve homilía de la eucaristía diaria en la que acuden las mismas personas, podríamos preguntarnos cómo sostener, alimentar y motivar la vida de fe de quienes que ya manifiestan un alto nivel de compromiso. Si, por el contrario, vamos a celebrar en una ocasión donde previsiblemente se reúnen personas que no frecuentan la Iglesia, que son alejados y/o indiferentes, podemos centrarnos en el primer anuncio que proclama la alegría de vivir la fe. No parece muy oportuno dedicarnos a cargar las conciencias de culpabilidad hablando del pecado –que tiene otros contextos- y de lo desastrosa que es la vida cuando no se tiene fe…

Permitidme que cuente una anécdota. Me encontraba hace pocos días en una reunión en la que se discutía –una vez más- por qué nos cuesta atraer tanto a los jóvenes. Después de varias intervenciones, uno de los participantes habló del gran poder de convocatoria de una parroquia cercana. Se me ocurrió preguntar la razón. Y ahí comenzó la discusión. Después de varias críticas al sacerdote por su estilo celebrativo, una persona dijo: “¡es que ese hombre no es nada teológico, pone muchos ejemplos y solo habla del amor de Dios!”. Podéis imaginar que me quedé a cuadros, porque precisamente esa puede ser la razón de que dicha parroquia se llene de jóvenes en la misa del domingo: les hablan de situaciones que conocen y les ofrecen lo nuclear del Evangelio. Da la impresión de que quien  predica ha sabido adaptarse a las circunstancias. Prometo ir a visitarle y a aprender. Ya os contaré.

Hay ocasiones como aniversarios, bodas, bautizos y comuniones en los que habrá que situarse de modo distinto a las celebraciones ordinarias y cotidianas.  Un santuario o un templo en una localidad turística, necesariamente ha de pensar sus celebraciones y, en particular las homilías, de forma adaptada al contexto y situación. Dudo que este principio tan básico lo tengamos asumido. Tal vez nos lo impiden las prisas, el volumen de trabajo y ciertos automatismos que se van quedando a vivir con nosotros según avanzan los años de ministerio.  

En busca del color más apropiado

La reflexión anterior pretende mostrar que la homilía habrá de adquirir uno u otro color según distintos factores. Para ello, contamos con una amplia paleta de tonalidades entre las que elegir:

1. Homilías de color kerigmático: tratan de presentar de modo atractivo el núcleo de nuestra fe, lo esencial por lo que merece la pena vivir el Evangelio: todos y cada uno de nosotros somos salvados por Cristo.

2. Homilías didácticas: a veces, según los ciclos del año litúrgico y/o determinadas fiestas, apoyados en la Escritura, se necesita clarificar algún contenido de la fe o algún elemento del ritual. Pero, ¡atención!, el carácter pedagógico es diferente al de una clase de teología dogmática.


3. Homilías de coloración ética: del Evangelio se derivan principios morales y modos de vivir sobre los que se puede insistir en algunas circunstancias. Se trata de intentar motivar una conducta. Probablemente, este es el color más habitual de  muchas de nuestras homilías. Tal vez, hablamos demasiado de “lo que hay que hacer”…

4. Homilías de tono espiritual: cierto es que toda predicación ha de tener como objetivo disponer a la asamblea al encuentro personal con Dios; pero hay ocasiones, como los retiros o los ejercicios espirituales, que requieren homilías que calienten el corazón y enciendan el ánimo para la oración.

5. Homilías proféticas: la Palabra de Dios no es un libro para modositos con los ojos en blanco. Puede ser que los textos de los profetas y la misma actitud profética de Jesús, nos lleven a clarificar, denunciar e iluminar situaciones de la vida pública que requieren una palabra evangélica. Dicho color también se percibe con bastante frecuencia cuando el sacerdote utiliza el ambón como tribuna política. Aunque a veces sea necesario hablar de política, se impone el cultivo de la lucidez para distinguir las propias convicciones de las consecuencias sociales del Evangelio. La opinión política del sacerdote no tiene por qué ser indiscutiblemente la más acorde con el Evangelio.

Estos son algunos de los colores que puede adoptar la homilía según los tiempos, personas y lugares en que ha de pronunciarse. Como en toda paleta pictórica, no hay colores puros y, frecuentemente, se entremezclan los pigmentos. Sin embargo, conviene elegir un color-guía adaptado a la asamblea y las circunstancias. Tal vez nos ayude reflexionar sobre el color que hemos utilizado con mayor frecuencia en nuestras homilías en un determinado periodo, en el último año litúrgico, etc.

  ¿Cuál es el color dominante de tus homilías? Los predicadores que conoces, ¿qué color utilizan más? ¿Cuál de estos colores podrías incluir en tu paleta?

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