martes, 11 de marzo de 2014

Palabras que caen como pájaros helados



¿Cuántas homilías caen como pájaros helados de un cielo invernal por el modo en que empiezan? Tenemos experiencia de la desconexión inmediata que provoca un predicador cuando su inicio es débil, desapasionado, dubitativo. Las primeras impresiones son decisivas. Un comienzo pobre generará desinterés grande e incluso frustración en la audiencia. La psicología de la atención ha estudiado con detenimiento lo que en inglés denomina  primacy y recency effects.
Es decir, en la curva de atención de una charla, un escrito, o cualquier otro tipo de comunicación, el comienzo y el final será a lo que más se presta atención y lo más recordado. En concreto, de cómo empieces tu homilía dependerá, no solo el que te sigan escuchando, sino también la confianza en ti mismo a la hora de presentarte ante los otros y de transmitir con pasión el Evangelio.

Los primeros momentos son decisivos incluso antes de pronunciar palabra alguna. Por eso, me gustaría ofrecerte algunas pistas para preparar un punto de partida atractivo.

                1. Antes de comenzar a hablar, levanta la vista y sal al encuentro de tus oyentes. En breves momentos, estarán atentos y dispuestos a regalarte su interés. Al evitar dirigir primero la atención a tus notas, estarás mostrando verdadero cuidado por aquellos que tienes delante. Lo decisivo no es lo que tienes que decir, sino cómo quieres favorecerles a través de tus palabras. La homilía, como cualquier comunicación, constituye una relación. Seamos audiocéntricos. La Palabra de Dios busca alcanzar la vida de las personas, no ser contemplada en la vitrina de un museo.

                2. En tus primeras frases, relaciona el punto central de la homilía con los intereses de la asamblea. Ello supone identificar bien durante la fase de preparación el tema del que vas a hablar –uno solo cada vez- y haber reflexionado sobre las características de tus oyentes.  Cuidamos de aquello que nos afecta directamente. Si desde el comienzo comprendemos que lo que se va a decir tiene relación con nosotros, es más probable que no desconectemos. Tengo experiencia de haber iniciado una homilía hablando de redes sociales a personas de la tercera edad. Al poco comenzó la sinfonía de bostezos… La Palabra de Dios será significativa en la medida en que establece un diálogo con quienes la escuchan, con sus circunstancias, sus preocupaciones, etc.

               3. Para captar la atención, evita hacer afirmaciones abstractas y fórmulas estereotipadas. Inicios como “las lecturas de hoy…” o “queridos hermanos –en contextos donde no quieres ni conoces bien a la gente-” matan la homilía que está a punto de nacer. El tipo de lenguaje propio de los tratados teológicos habrá que reservarlo para otros contextos. Por ejemplo, poca gente entiende hoy lo que los eruditos llaman la gracia. Tal vez sea mejor hacer referencia a ella como a las manos de Dios que trabajan en el taller de tu historia personal y en la construcción del mundo. Por tanto, mientras preparas tu homilía, leyendo los textos bíblicos, comentarios a las lecturas, etc. ten un ojo en alguno de estos seis elementos: palabras con fuerte carga emocional, anécdotas, citas de diversos autores, historias, analogías y preguntas retóricas. La Palabra de Dios quiere hacerse comprensible y significativa.  

Antes de hablar, manifiesta interés por la asamblea con tu lenguaje corporal, desde el inicio busca hacer confluir el núcleo del mensaje con los intereses reales de las personas que tienes delante y, además, utiliza algún recurso que ilustre bien aquello de lo que vas a hablar. Estos son algunos de los posibles recursos que te ayudarán a comenzar tu comentario  de la Palabra, y despertar el interés de la asamblea. Así podrás hacer de tu homilía un verdadero y cálido momento de diálogo entre Dios y su pueblo.

Como ejemplo, te dejo un vídeo donde Nick Gumbel, gran predicador de la Iglesia de Inglaterra, comienza a hablar sobre quién es Jesús. Trata de identificar estos recursos. La versión que incluyo está doblada al castellano, pero si puedes, escúchala en inglés.

 


Dialoguemos. ¿Se te ocurre algún otro modo de comenzar la predicación?

No hay comentarios:

Publicar un comentario