martes, 21 de enero de 2014

Conexiones invisibles




               Conectar con otros es un valor en alza. Uno de los alicientes de Twitter tiene que ver con la posible vinculación entre personas de diversos círculos sociales, pero que poseen intereses compartidos. Hay personas que cuando hablan en público o se comunican en conversaciones cotidianas tienen la capacidad de establecer conexiones casi tan inmediatas como las de las redes sociales. ¿Cuál es su magia para anudar un lazo invisible  con los interlocutores haciéndoles sentir parte de un tejido común que, en lugar de ahogarles, les potencia? A veces, transmitir la fe y hablar de Dios tiene que ver con favorecer conexiones invisibles, con reforzar el sentido de comunidad.

        Algunos oradores cuando hablan son capaces de abrir túneles en las montañas para comunicar valles de difícil acceso, construyen puentes sobre ríos violentos, vinculan a las personas sin necesidad de invocar un enemigo común (sea este el secularismo, los “adversarios” de la fe o los creyentes light). Hay maneras de comunicar que impulsan al auditorio a mirar hacia un objetivo compartido. Ello no significa intentar que  todos seamos de un solo color, partes del mismo acorde o troqueles sacados de un único patrón; más bien es cuestión de invocar aquel horizonte que pueda ser asumido por todos como propio.

                ¿Qué puede ayudarnos a establecer estas conexiones invisibles?  Algunos elementos de la intervención de Obama en el funeral de Mandela ayudan a responder. De aquel evento, nos hemos quedado con la foto selfie y con el falso intérprete de signos. Sin embargo, el actual presidente americano, que es un comunicador excepcional, nos regaló una pieza oratoria casi perfecta. Obama demostró que sabe cómo unir a las personas a través de sus palabras:

·         Intentó establecer un terreno común invocando a personajes representativos para los oyentes: p.ej. los presidentes Kennedy o Khrushev, líderes de los bloques enfrentados en la Guerra Fría. Allí los vinculó rompiendo las diferencias y equiparándolos a Mandela. Lo mismo hizo con Lincoln o los fundadores de EEUU, consciente de que sus conciudadanos le estaban escuchando. ¿Quiénes son los referentes de las personas a las que hablo habitualmente? ¿Qué personajes les unen?

·         A lo largo del discurso, Obama se preguntaba qué compartió el difunto presidente de Sudáfrica con el auditorio que en ese momento sintonizaba  desde todos los rincones del planeta. La respuesta: el deseo de lograr una sociedad mejor y más libre para todos. ¿Qué comparto con aquellos a quienes me voy a dirigir? ¿Qué tengo en común con ellos? ¿Qué les une?

·         Con convicción, Barack Obama fue citando valores, sueños e imágenes, así como lemas con los que todos pudieran estar de acuerdo. Habló en especial de  la libertad y de la democracia como herencia para las generaciones futuras; y relató cómo Mandela no ocultaba sus errores y imperfecciones –las que todos tenemos-: “No soy un santo, al menos que penséis que un santo es un pecador que no deja de intentar serlo”. ¿Cuáles son los deseos, valores y palabras que compartes con aquellos a los que hablas?

·         Nosotros. Nosotros. Nosotros. Como si de un texto litúrgico se tratase (en los que apenas se utiliza el pronombre “yo”), Obama iba buscando siempre referirse explícitamente al “nosotros”. En este caso, toda la primera parte del discurso constituía una forma de decir “por eso, nosotros amábamos a Mandela y nosotros podemos aprender todavía de él”.

                Hacia el final, Obama destapó el objetivo real de su discurso: “Mandela entendió los lazos que unen a todos los seres humanos. Hay una palabra en Sudáfrica ubuntu, una palabra que capta el mejor regalo que nos deja Mandela: el reconocimiento de que todos estamos unidos de maneras invisibles, y que hay un algo único que comparte toda la humanidad: alcanzamos nuestra esencia cuando nos compartimos a nosotros mismos con los demás y cuidamos de aquellos que tenemos cerca”. La pericia de Obama para establecer lazos invisibles con el auditorio se verificaba en la historia de Madiba: alguien capaz de unir a una nación dividida.

Invocar a personajes representativos para los interlocutores, identificar lo que tengo en común con los oyentes, buscar valores, recuerdos e imágenes compartidas por todos, y subrayar el nosotros, pueden ser medios para favorecer la unión y la comunión.

¿Conoces a algunas personas que cuando hablan potencian la unidad y establecen conexiones invisibles entre los oyentes? ¿Cómo podrían ayudarnos estos elementos en nuestras clases, catequesis, homilías e incluso en nuestros post?

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