Conectar con otros
es un valor en alza. Uno de los alicientes de Twitter tiene que ver con la posible
vinculación entre personas de diversos círculos sociales, pero que poseen intereses
compartidos. Hay personas que cuando hablan en público o se comunican en
conversaciones cotidianas tienen la capacidad de establecer conexiones casi tan
inmediatas como las de las redes sociales. ¿Cuál es su magia para anudar un
lazo invisible con los interlocutores haciéndoles sentir parte de un tejido común
que, en lugar de ahogarles, les potencia? A veces, transmitir la fe y hablar de Dios tiene que ver con favorecer
conexiones invisibles, con reforzar el sentido de comunidad.
Algunos oradores cuando
hablan son capaces de abrir túneles en las montañas para comunicar valles de
difícil acceso, construyen puentes sobre ríos violentos, vinculan a las personas sin necesidad de
invocar un enemigo común (sea este el secularismo, los “adversarios” de la fe o
los creyentes light). Hay maneras de
comunicar que impulsan al auditorio a mirar hacia un objetivo compartido. Ello
no significa intentar que todos seamos
de un solo color, partes del mismo acorde o troqueles sacados de un único patrón;
más bien es cuestión de invocar aquel horizonte que pueda ser asumido por todos
como propio.
¿Qué puede ayudarnos a establecer estas
conexiones invisibles? Algunos
elementos de la intervención de Obama en el funeral de Mandela ayudan a
responder. De aquel evento, nos hemos quedado con la foto selfie y con el falso intérprete de signos. Sin embargo, el actual
presidente americano, que es un comunicador excepcional, nos regaló una pieza
oratoria casi perfecta. Obama demostró que sabe cómo unir a las personas a
través de sus palabras:
·
Intentó establecer
un terreno común invocando a personajes representativos para los oyentes: p.ej.
los presidentes Kennedy o Khrushev, líderes de los bloques enfrentados en la
Guerra Fría. Allí los vinculó rompiendo las diferencias y equiparándolos a
Mandela. Lo mismo hizo con Lincoln o los fundadores de EEUU, consciente de que
sus conciudadanos le estaban escuchando.
¿Quiénes son los referentes de las personas a las que hablo habitualmente? ¿Qué
personajes les unen?
·
A lo largo del discurso, Obama se preguntaba qué
compartió el difunto presidente de Sudáfrica con el auditorio que en ese
momento sintonizaba desde todos los
rincones del planeta. La respuesta: el deseo de lograr una sociedad mejor y más
libre para todos. ¿Qué comparto con
aquellos a quienes me voy a dirigir? ¿Qué
tengo en común con ellos? ¿Qué les une?
·
Con convicción, Barack Obama fue citando valores, sueños e imágenes, así como lemas
con los que todos pudieran estar de acuerdo. Habló en especial de la libertad y de la democracia como herencia
para las generaciones futuras; y relató cómo Mandela no ocultaba sus errores y imperfecciones
–las que todos tenemos-: “No soy un santo, al menos que penséis que un santo es
un pecador que no deja de intentar serlo”. ¿Cuáles
son los deseos, valores y palabras que compartes con aquellos a los que hablas?
·
Nosotros. Nosotros. Nosotros. Como si de un
texto litúrgico se tratase (en los que apenas se utiliza el pronombre “yo”), Obama iba buscando siempre referirse explícitamente al “nosotros”.
En este caso, toda la primera parte del discurso constituía una forma de decir
“por eso, nosotros amábamos a Mandela y nosotros podemos aprender todavía de él”.
Hacia el final, Obama destapó el
objetivo real de su discurso: “Mandela
entendió los lazos que unen a todos los seres humanos. Hay una palabra en
Sudáfrica ubuntu, una palabra que
capta el mejor regalo que nos deja Mandela: el reconocimiento de que todos
estamos unidos de maneras invisibles, y que hay un algo único que comparte toda
la humanidad: alcanzamos nuestra esencia cuando nos compartimos a nosotros
mismos con los demás y cuidamos de aquellos que tenemos cerca”. La pericia
de Obama para establecer lazos invisibles con el auditorio se verificaba en la
historia de Madiba: alguien capaz de unir a una nación dividida.
Invocar a
personajes representativos para los interlocutores, identificar lo que tengo en
común con los oyentes, buscar valores, recuerdos e imágenes compartidas por
todos, y subrayar el nosotros, pueden
ser medios para favorecer la unión y la comunión.
¿Conoces a algunas personas que cuando
hablan potencian la unidad y establecen conexiones invisibles entre los
oyentes? ¿Cómo podrían ayudarnos estos elementos en nuestras clases, catequesis,
homilías e incluso en nuestros post?
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